Nuestro trabajo no consiste en sustituir a los creativos que se encargan de imaginar y diseñar estos formatos. Más bien, nos dedicamos a reconocer la intención creativa que ha respondido a las necesidades del cliente y hacer que tenga la mayor relevancia posible en cualquier mercado objetivo. Para nosotros, el contenido es el material visual y gráfico que reproduce un mensaje en su forma, siempre en consonancia con la imagen de marca del cliente.
La experiencia visual de las palabras
Si tuviéramos que resumir en unas palabras qué es la adaptación gráfica, probablemente diríamos esto: mientras nuestros gestores lingüísticos se encargan de producir textos que suenen tan naturales como sea posible a un hablante nativo, nuestros diseñadores gráficos se encargan de reproducir el mensaje del cliente más allá de las palabras, desde el primer vistazo que se la da la publicación.
«Nos centramos en la historia que hay que contar, las connotaciones inducidas por la creación gráfica que recibimos para adaptar. La dirección artística del cliente no pierde su objetivo en ningún momento: desde el momento en el que el lector posa los ojos en la página, antes incluso de leer una sola página, se transmite un mensaje. Tenemos que asegurarnos de que este mensaje implícito no desaparezca ni se distorsione ni pierda fuerza por decisiones tipográficas equivocadas».
Codirector de autoedición (DTP), Acolad
La traducción a algunos idiomas puede ser algo complicada, especialmente a los idiomas asiáticos y el árabe. A veces es mejor optar por soluciones sencillas para evitar crear una adaptación «rara» y sin sentido del texto original. En el sector del lujo, al lector árabe o chino puede parecerle bien que se dejen elementos gráficos sin traducir, ya que se percibirá como un sello de «made in France».
Desde un punto de vista más «microtipográfico», en el caso de los idiomas europeos, una buena adaptación se hace mediante el «ajuste» del texto. Por ejemplo, cuando traducimos textos corridos justificados al alemán, hacemos obligatorio el uso del guion para dividir las palabras al final de los renglones, ya que este idioma tiene cierta predilección por las palabras largas, las cuales admiten sin problemas la división al final de una línea. El lector alemán está acostumbrado a esta configuración y no nota nada raro: puede seguir leyendo de forma fluida independientemente del número de guiones y palabras divididas que haya. Esta es otra de las razones por las que trabajamos mano a mano con nuestros gestores lingüísticos para ajustar estas adaptaciones gráficas.
Nuestra ambición es crear nuestros propios códigos tipográficos para nuestros idiomas de trabajo principales, vinculando de esta forma las limitaciones del lenguaje, el contenido y el contenedor.